La magia de Martín Chambi

No voy a contarles hoy nada que tenga que ver con la crisis política, las cifras de paro, las elecciones en Cataluña, el precio de la vivienda o la sequía. Cambiemos de tercio. Estos días he tenido ocasión de ver un  libro que recoge las imágenes del fotógrafo peruano Martín Chambi (1891-1973). Detrás de una máquina de fotos, este hombre sin apenas recursos se dedicó a retratar con gran maestría la vida cotidiana de los indígenas, campesinos y ciudadanos de Cuzco que vivieron en su época. El resultado es magnífico.

Me he detenido en observar algunos detalles de esta colección de imágenes firmada por Martín Chambi entre 1920 y 1950, recogida por Lunwerg, uno de los sellos de Planeta, en 2014. En su trabajo hay retratos familiares, campesinos indígenas, balseros en el lago Titicaca, callejones de la ciudad de Cuzco, bailes de disfraces en Carnaval, mendigos, niños descalzos, novias vestidas de blanco, ferroviarios y camaleros, señoritas en la chichería, equipos deportivos, jóvenes  en la escuela.

Aparecen también escenas de campesinos arando la tierra y de varios amigos jugando al sapo. En todas ellas hay un rasgo que llama la atención. Las grupos cuzqueños que retrató Chambi apenas sonríen. Aun así, algunos parecen contentos, como la familia de Ezequiel Arce que en 1934 aparece sentada sobre su cosecha de papas. Tampoco sonríen los miembros del grupo folcklórico de Combapata, ni el indígena que toca la flauta junto a su llama en los riscos de La Raya.

“La magia de Martín Chambi” es el título del prólogo de este libro que firma Publio López Mondéjar, junto al de Mario Vargas Llosa. Lo tomo prestado porque recoge muy bien lo que el observador percibe al ver las imágenes de este fotógrafo que con su cámara atrapó la esencia de su pueblo en la vida cotidiana, sin ningún tipo de artificio. En el encabezado del libro se lee el verso de César Vallejo “Perdonen la tristeza” (

Poemas humanos, 1939). Pero no hay espacio para la intimidación, pese al aviso del poeta. Por encima de la tristeza está la mirada, la magia de Martín Chambi.

Eugenia de Andrés, periodista

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