
El 28 de octubre del presente año 2021 se estrenó en Barcelona la obra de teatro Memória, escrita e interpretada por Anna Gonzalvo (1987), y dirigida por Aleix Fauró (1982). Sabía que Anna era actriz, lo que no sabía era que además fuese dramaturga, con la virtud de sintetizar la vida dentro de los límites del sentido común. Su debut, por sí solo es un éxito, que su voz llene la sala y logre emocionar al público es la guinda a un proyecto valiente y que va contracorriente.
Conocí a Anna en el instituto, yo repetía, y coincidimos en la misma clase. Le perdí la pista hace unos quince años, le solían pasar historias muy locas que contaba con total naturalidad. Me la volví a encontrar sobre el escenario del teatro. Mi idea era presenciar la función, felicitarla e irme. Felicitar no de una forma falsa ni por compromiso, sino una felicitación por ser valiente, por llevar adelante una obra y por resistir.
Pero la obra me conmovió, un texto que contiene el “zeitgeist” y pone voz a una generación, un texto autobiográfico que trata sobre el viaje de la protagonista a Argentina, la tierra de su madre, de la que se fué y poco o nada contó a su hija. Transitando entre el presente y el pasado, en el que poco a poco se van desentrañando secretos familiares. Quizás lo que más destacaría es la manera de contar sin ser explícita, poner sobre la mesa la represión, la cosificación de las mujeres, las respuestas a los problemas individuales mediante las luchas colectivas, la sutileza se agradece y construye hegemonía.
Es muy difícil desarrollar una idea y es muy fácil buscar excusas para no continuar durante el proceso. Como ya he dicho, Anna es una mujer valiente, ha escrito a corazón abierto, dejando que el público vea un buen trozo de su ser. Que alguien tenga la sensibilidad y capacidad para captar un momento de la historia, lo transforme para contarlo, y lo transmita a los demás es éxito. Si además tiene la suerte de llegar a un buen número de espectadores y el favor de la crítica, pues mejor que mejor.
Ser mujer, actriz, dramaturga, y desarrollar un proyecto propio es luchar contra el mundo, o como mínimo resistirse a sus dinámicas. El resultado es todo un éxito.
Andreu Llabina, historiador