Arcadi Oliveres murió ayer, pero ya hace tiempo que su voz y sus ideas se convirtieron en inmortales. Hombre de fe, sabía llegar al corazón y a la mente de las personas para transmitir su inexcusable compromiso con la paz, la justicia social, los derechos humanos y la solidaridad.
Catedrático de Economía Aplicada de la UAB y presidente de Justicia i Pau entre 2001 y 2014, entidad de la que fue miembro activo desde 1981, fue discípulo de Lluís María Xirinacs, Joan Gomis (quién le precedió en la presidencia de Justicia i Pau), Vicens Vives o Fabián Estapé y un referente moral indiscutible.
Persona sencilla y de bondad contagiosa, fue un anticapitalista convencido que no desfallecía nunca en su intento de convencer a la gente de que lo más importante es no tener miedo. Luchó de manera incansable a favor de la abolición de la pena de muerte, contra la industria militar y a favor de la acogida de refugiados y la regularización de inmigrantes.
Activista como pocos, participó en la Caputxinada, en la Assemblea de Catalunya o en el movimiento 15M, siendo un hombre de izquierdas y un católico convencido, más cercano a la Teología de la Liberación que a la jerarquía eclesiástica.
Fue amigo y colaborador de El Ciervo durante décadas, siendo uno de nuestros referentes en materia de pacifismo y de lucha contra la pobreza. Su último libro, Paraules d’Arcadi (Angle Editorial), publicado hace pocas semanas, será su último testimonio.
Hasta siempre, Arcadi, descansa en paz y gracias por todo.
Redacción.