Con motivo de la publicación de su nuevo libro, desde El Ciervo hemos invitado a Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983) a que nos hable de Puro glamour, publicado en La Navaja Suiza.
Es muy difícil explicar cómo se hacen los libros porque lo que se ve es muy aburrido: alguien sentado y escribiendo (por eso en las películas con escritor esa parte del escritor escribiendo siempre hay un poco de sobreactuación, para que pase algo). Lo que no se ve es mucho más interesante, es como un libro de aventuras en el que la peripecia consiste en cambiar una coma o algo así, o a veces algo mucho más profundo y sutil que ni siquiera somos capaces de alcanzar. Es oído e intuición.
Sabía que si quería tener un libro tenía que ponerme metas fáciles y alcanzables: un artículo quincenal era algo fácil y alcanzable. Lo que tenía más a mano y me desbordaba eran las aventuras cotidianas, llegar tarde al colegio y a todas partes, por ejemplo. Se trataba de convertir todo eso en materia literaria convirtiéndome a mí en el gag central. Puro glamour pretende ser un libro divertido. Ahora lo estoy contando como si hubiera trazado un plan previo, pero en realidad fue algo mucho más natural: una mañana me vi llevando a mis hijos al colegio, llegando tarde, y uno de los niños hizo todo el camino llorando por algo que no recuerdo. La gente con la que nos cruzábamos me miraba y me vino a la cabeza una secuencia de Better things, la serie de Pamela Adlon, y pensé si podría hacer eso yo, pero por escrito. Lo había hecho Shirley Jackson, que combinaba la escritura de ficción con columnas sobre la vida doméstica (dejo un título: Life among savages).
Estoy bastante orgullosa de que en realidad Puro glamour es la fórmula mágica que he encontrado para resolver una tensión. Decía Martin Amis que “El desarrollo de un sexto sentido que te aleja en parte de la experiencia. Cuando los escritores experimentan las cosas, en realidad no las están experimentando al cien por cien, ni mucho menos. Siempre están reprimiéndose y preguntándose qué significan o preguntándose cómo las van a plasmar en la página. Siempre hay ese desinterés…, como si realmente la cosa no fuera contigo, cierta imparcialidad fría. Y creo que esa facultad se desarrolló muy temprano en mí.” Escribir de mi vida cotidiana es una manera de estar presente sin dejar de escribir.
Poco a poco (y supongo que tiene que ver con lo que hay de diario en el libro) se fueron colando otras cosas: la vuelta a Zaragoza, mis lecturas, que tienen que ver con mi trabajo, las amistades a distancia… Como escritora soy bastante sostenible: lo aprovecho todo, dejo poco residuo porque todo me sirve, de todo aprendo, todo lo uso, como esa cita de Martin Amis sacada de la entrevista de la Paris Review.
En la escritura de Puro glamour me han ayudado además los libros de Deborah Levy y Nora Eprhon, la guía de Natalia Ginzburg, las películas de Éric Rohmer y Nanni Moretti –a veces me imagino que la protagonista de Puro glamour es un personaje de Moretti– o las canciones de Jonathan Richman y Vainica doble.
Fotografía de Pedro Anguila