La guerra que cambiará nuestras vidas

Es difícil estimar las muertes y los costes humanitarios que acarreará la criminal agresión del presidente ruso Vladímir Putin contra Ucrania desatada el pasado 24 de febrero. Una semana después del inicio de las hostilidades las víctimas mortales ya superan los dos centenares y las personas que han tenido que abandonar su país y refugiarse en Polonia, con lo puesto, han alcanzado el medio millón. Naciones Unidas estima que un total de cuatro millones de ciudadanos ucranianos se pueden ver obligados a huir del país para salvar sus vidas. La decisión del presidente ruso de activar sus armas nucleares supone un agravamiento sin precedentes de la crisis de consecuencias humanitarias incalculables. Lo impensable está ocurriendo y hay que ser consecuentes.

La Unión Europea y Estados Unidos han respondido con severas sanciones económicas que ya han empezado a tener serios efectos en la economía rusa. Especialmente decisivo ha sido el bloqueo de la mitad de las reservas rusas de más de 630.000 millones de dólares, equivalentes al 40% de su producto interior bruto, depositadas en países occidentales. Igualmente contundente ha sido la expulsión de Rusia del sistema de mensajes SWIFT, sin el cual es muy difícil efectuar transacciones financieras internacionales. A consecuencia de las sanciones el rublo ha caído un 30% y las autoridades monetarias se han visto obligadas a subir los tipos de interés hasta el 20%. Una decisión que por si sola supondrá un serio revés para la economía rusa.

Sin duda, todas estas medidas tendrán repercusiones para Europa y otros países que dependen mucho de Rusia y Ucrania no tan solo para el suministro del gas y petróleo, sino también para cubrir sus necesidades alimentarias básicas con productos tan necesarios como el trigo y el maíz. En las dos últimas semanas estos cereales han registrado subidas de los precios de más del 30%. Hay que tener en cuenta que Ucrania aporta el 9% de las exportaciones mundiales de trigo y el 15% de las de maíz. Por su parte, las exportaciones de trigo rusas significaron el 19% del total mundial en 2020. España importa de Ucrania el 30% del maíz, el 17% de trigo y el 30% del aceite de girasol. La situación de escasez y carestía de los cereales está preocupando seriamente a los ganaderos españoles al constatar el encarecimiento de los piensos.

Los efectos económicos de la guerra serán especialmente terribles para determinados países con un elevado nivel de pobreza que son muy dependientes de los cereales ucranianos y rusos. Egipto, por ejemplo, recibe una quinta parte de las exportaciones de trigo de ambos países. China adquirió el 27% de las exportaciones de maíz de Ucrania en 2020. También son destacados compradores de los cereales producidos en la región países muy poblados como Turquía, Bangladesh, Vietnam e Indonesia.

La guerra tendrá un serio impacto económico en España que ya se ha dejado sentir en un fuerte aumento de la inflación que ha escalado hasta el 7,4% el pasado febrero y seguirá elevada en los próximos meses, según ha pronosticado la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño. Los aumentos de más de un 30% del gas, el encarecimiento del petróleo hasta rebasar los 100 dólares el barril y las subidas de otras importantes materias primas se están trasladando a todo el proceso productivo. La consecuencia inmediata será un menor crecimiento económico con todas las repercusiones negativas que ello supone para la recuperación del empleo.

La guerra de Putin contra Ucrania ha propiciado un fortalecimiento de la unidad de los miembros de la Unión Europea, que por primera vez en la historia han decidido enviar material militar a un país en conflicto. Sin embargo, todas las medidas de apoyo a Ucrania tendrán un coste. Putin ha lanzado amenazas muy concretas a los países que se atrevan a interferir en el conflicto “con consecuencias que nunca habéis experimentado antes en vuestra historia”. Las autoridades deben explicar con claridad que la guerra comportará importantes sacrificios para los europeos, que se traducirán en pérdidas en el nivel de vida. El doble efecto de inflación y menor crecimiento redundará en una reducción de los recursos. La solidaridad que ejemplarmente están realizando sobre todo los países vecinos acogiendo a los refugiados tendrá un coste que debería repartirse equitativamente entre todos los europeos. La guerra cambiará nuestras vidas.

Andreu Missé

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