Muere González Faus: Cristo, ese hombre

El jesuita José Ignacio González Faus, uno de los teólogos más influyentes en las últimas décadas, murió el día 6 de marzo en Sant Cugat del Vallès (Barcelona) a los 91 años de edad. Nacido en Valencia en 1933, González Faus se doctoró en Teología en Tubingen en 1968 después de haber estudiado en Barcelona, Innsbruck y Roma. Ejerció su profesorado en Cataluña y Latinoamérica. Sus trabajos sobre Cristología en los que se centró en el rostro humano de Cristo, sus planteamientos progresistas en defensa de un humanismo cristiano y de una democracia que ahondara en la fraternidad (el concepto más olvidado tras los de libertad e igualdad, decía) y pusiera la iglesia al servicio de los pobres y los más necesitados, y su denuncia sin ambages del capitalismo y de las estructuras de poder eclesiástico le enfrentaron a la jerarquía y le acercaron a los teólogos de la Liberación. Ha sido uno de los miembros más activos de Cristianisme i Justícia, el centro de estudios creado en Barcelona en 1981 por el sector socialmente más comprometido de los jesuitas. Destacamos entre sus numerosas obras La humanidad nueva (Sal Terrae, 1974), El rostro humano de Dios (Sal Terrae, 2007) o Herejías del catolicismo actual (Trotta, 2013).

Buen amigo y colaborador asiduo de El Ciervo, en los últimos años publicó en nuestras páginas la sección “Cartas cruzadas” una correspondencia con personalidades de distintos ámbitos que entablaban diálogo con él en respuesta a sus artículos, en general críticos. En uno de ellos, dedicado a los medios de comunicación, publicado en 2020, José Ignacio González Faus escribía con su claridad habitual: “Los medios de comunicación social no parecen servidores de la verdad sino servidores del Capital. Su afán por crecer les lleva a sacrificar casi todas las verdades que resultan molestas al sistema, o a dar más relieve a las que lo favorecen”. Criticaba la dependencia de los medios de lo que él llamaba “pequeña prostitución de la publicidad” y opinaba que el “gran déficit de nuestras democracias es que mientras los tres poderes clásicos — ejecutivo, legislativo y judicial— se contrapesan, los otros dos granes poderes —el económico y el mediático—, se potencian mutuamente”.  Su conclusión y su deseo era que los medios “deberían procurar ser la voz de los sin voz en lugar de ser voceros de los que tienen más poder”. ¿Están los medios dispuestos a eso? Esta es la gran pregunta que queda, terminaba Faus. Han pasado seis años y la respuesta parece cada vez más clara: salvo contadas excepciones, si están dispuestos, desde luego no lo parece.

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