Artículo publicado en el N.º789 (Sep-Oct 2021)
Se nos fueron este verano Mikis Theodorakis y Ed Asner, dos hombres reales que accedieron a nuestras vidas con sus ropajes de ficción. Theodorakis nos llegó con la música con que adornaba al excesivo Alexis Zorba/Anthony Quinn en la versión cinematográfica de la novela de Nicos Kazantzakis. Luego supimos que Theodorakis era mucho más que Quinn bailando el sirtaki, que su vida ha sido un catálogo de compromisos con todas las causas justas y su nombre se ha convertido casi en sinónimo de artista engagé, de ciudadano responsable que atiende con entusiasmo a sus obligaciones para con los demás sin olvidar que la primera de ellas es cumplir con su oficio, que es el arte.
Ed Asner fue un actor discreto, eficiente y muy querido por sus papeles en televisión. Fue el Papa bueno en la miniserie Juan XXIII, pero la popularidad se la dio su papel como veterano director de periódico en Los Ángeles. Lou Grant —así se llamaba su personaje y la serie— daba en cada episodio amenas lecciones de buen periodismo, de gusto por el oficio, de amor a la verdad, de resistencia a la censura, las presiones y los intereses económicos, políticos o personales. Gran parte de la credibilidad que dio a su personaje se debe, además de su calidad como actor, a que Ed Asner compartía muchos de sus criterios: se implicó en la defensa de los derechos de la profesión al frente del Screen Actors Guild, el sindicato de actores, y fue un activista contra la intervención de Estados Unidos en El Salvador y otras luchas. Las ficciones de Lou Grant que cada semana seguían los telespectadores estaban tan poco alejadas de la realidad que la serie tuvo que cerrar tras cuatro años de éxito porque una conocida marca de pañuelos de papel le retiró el patrocinio, molesta por su contenido demasiado liberal. Las presiones del poder económico sobre la prensa son tan poderosas y reales que obligaron a cerrar un periódico de ficción. Lou Grant, como el caso Watergate, fomentó muchas vocaciones de periodistas. Se puede preguntar hoy qué fue de ellas. Tal vez la serie debería entrar en los programas de estudios de Ciencias de la Información.