Casi dos mil años después de los textos canónicos del cato- licismo, Maryse Condé reescribe su propio evangelio, cuya fabulación, en buena medida paródica, se sitúa en Martinica. Aquí es donde vive Pascal, un mestizo de gran hermosura, enfrentado a un interrogante bíblico: ¿es acaso el Mesías? La duda, angustiosa, marcará su vida, en una suerte de caos iniciático. Lejos de arremeter contra la Iglesia católica, al estilo de insignes precedentes como Saramago, Condé pone el foco en el racismo de una sociedad de pasado colonial, con sus injusticias y desigualdades, amparadas en prejuicios, corrupción política e intransigencia ideológica. En este contexto la narración propiciará epifanías religiosas propias del realismo mágico. Eso sí, en su versión más tropical, donde color y calor, negritud y paisaje se fusionan con las pulsiones amorosas de su protagonista. Pese al brillo inicial, la trama acaba por deshilacharse entre lo reiterativo y el tedio de lo previsible.