La enfermedad del olvido. El mal de alzhéimer y la persona.

La demencia comporta un declive general de la función intelectual que deriva en dificultades en el lenguaje, la planificación, las capacidades motoras y la pérdida de memoria. Y el alzhéimer tiene la peculiaridad de que, atacando gravemente la memoria, conlleva una contundente afectación identitaria. El enfermo no conoce ni reconoce a causa de un proceso degenerativo que no tiene, a día de hoy, vuelta atrás. Por eso no es lo mismo padecer una lesión anatómica que una enfermedad que altera nuestra personalidad. Todo son preguntas: ¿cómo es la vida de un enfermo de alzhéimer?, ¿qué le queda de su persona? Con la habilidad que le caracteriza, Bilbeny nos conduce desde una reflexión sobre esta epidemia a un imperativo ético: el deber de respetar a aquellos que han perdido la memoria y, con ella, la autonomía, pero nunca la dignidad. Somos vulnerables y debemos replantearnos el valor de la vida. La enfermedad también nos enseña a conocernos mejor y, sobre todo, a apreciar la sensibilidad y la solidaridad de los demás.

Por Xavier Marín.
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