Luna sin rostro

Viajar es lo único que importa. Viajar de la lavanda a las grietas, de un cuadro a una muralla, de una gata a la tristeza, de un diccionario a un cubito de hielo, del temporal a un ratón. Viajar de la existencia a la inexistencia (y viceversa porque el tiempo, cuando no es metafísico, es caprichoso) y del deseo a la noche. Viajar por países (Grecia, México y tantos otros) y por películas y por libros y por amigos y por imágenes y por ideas. Viajar para quedarse quieto (la poesía es eso) y para generar inquietudes (la vida es eso). Antonio Rivero Taravillo hace que cada poema sea un vehículo, quizás hacia la luna que da título a este libro, un medio para desplazarse a ese otro lugar fronterizo y sin residencia fija que funda lo mejor del ser humano. Poesía la suya humanísima, honda, delicada y sólida. Fantástico

 

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