Ambición, erudición y un talento literario portentosos conforman La ciudad sin luz, la primera entrega de la bilogía, Mil ojos esconde la noche. El fresco resultante es memorable, brutal y alucinado, tan procaz como quevedesco, tan esperpéntico como el propio Valle-Inclán. Situada en París, comprende el período de 1940-1942 y la protagoniza el antihéroe Fernando Navales, un “camisa vieja” escritor amoral, resentido, deslenguado, sicalíptico y mordaz. Falangistas y nazis se confabularán con Navales para captar a los artistas españoles exiliados, a quienes presuntamente estarán dispuestos a amparar. Ello supondrá la degradación artística y moral de todos los personajes, inmersos en una farsa grotesca aderezada de obscenidades. La obra es un monumento al esperpento más canallesco, una crítica a las ideologías, escrita con lenguaje ubérrimo y arcaizante, tal vez un producto indigesto para quienes transiten las sendas del dogma político.