Que no nos quiten la palabra

Que no nos quiten la palabra

Artículo publicado en el n.º780 (Mar-Abr 2020)

El lenguaje tiene poder no solo porque sirve para comunicarnos sino porque, si es que lo hacemos, con él pensamos. Las palabras son unidades básicas del lenguaje, ladrillos con que levantamos las ideas que rigen nuestra forma de obrar, incluso de ser, y nos permiten relacionarnos, comunicarlas. Cierto es que a menudo decimos antes de pensar, y no pocas veces lo lamentamos, cosa que demuestra la importancia de medir las palabras, de conocer su valor y su peso, su significado, porque hablando se entiende la gente o no se entiende. Las palabras no solo tienen poder sino que lo dan: con palabras pedimos, amamos, sentimos, soñamos, herimos, sanamos, aprendemos, engañamos, mentimos. Quien domina el lenguaje domina el poder y de ahí esa pelea y el afán muchas veces ridículo pero siempre eficaz por controlar lo que llaman relato o discurso aun a costa de manipularlo sin remilgos. Así se desfiguran, se embadurnan y disfrazan las palabras a fin de que no sirvan para entendernos sino para enredarnos. Nos quitan, nos hurtan la palabra y su sentido, y uno, hecho un lío, no sabe ya cómo pensar. Algunos ejemplos. 

Abecé. En cualquier conocimiento, lo más fácil, lo primero que suele olvidarse.

Corruptela. Tela que visten los corruptibles para atraer a los corruptores.

Derecho. En tenis, drive. Su revés es el deber.

Falsedad. Porque ese cielo azul que todos vemos, no es cielo ni es azul. ¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!

Gárgaras. Acción de mantener un líquido en la garganta mientras se fríen espárragos.  

Hecho. Lo que se pierde en el trecho hasta el dicho. 

Ilícito. No permitido por ilegal o inmoral: amores ilícitos. Ilicitano: amores ilícitos en Elche.

Jamás. Forma abreviada y más sonora de ‘casi siempre’.

Lengua. Todos tenemos una, menos los bífidos, que tienen dos. 

Lloramico. Abonado al victimismo. También llamado llorante, llorón, presidente de autonomía o miembro de la oposición. De ahí la palabra par-lamento. 

Mayoría. Lo que dicen tener la mayoría de los que no la tienen.

Nación. Hay naciones que echan en falta estados y estados a los que les sobran naciones. 

Océano. Cloaca máxima donde van a dar los infectos ríos de nuestros restos, que no son el morir, sino el matar.

Palabra. Unidad lingüística dotada de un significado distinto, a menudo contrario, del que realmente tiene. 

Razón. La razón tiene razones que el corazón no entiende.  

Tramposo. Pronunciación correcta del adjetivo Trumposo.

Unisexual. Se aplica a los individuos que tienen un solo sexo. En vías de extinción.

Vivienda. Lugar donde habitan personas: habitáculo, tugurio, choza, cabaña, chabola, cuchitril, cochiquera, garito, leonera, barraca, sótano, desván.

Waterpolo. Deporte que practicaba un político que empezó sin ropa y a medida que se fue vistiendo acabó desnudo.

Xenofobia. Enfermedad que padeció un tipo que se sentía extraño en su tierra pero, como tenía fobia al extranjero, no se soportó y tuvo que emigrar.  

Yuxtaponer. Poner una cosa junto a otra: PSOE y UP son un gobierno de yuxtaposición; PP y CS irán yuxtapuestos a las elecciones.

Zapear. Perderse entre oleadas de imágenes que no valen ni la mitad de la palabra pena.

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