10 años juntos

Hace diez años empecé a colaborar en esta publicación y creo que es un buen momento para contarlo.

En 2007 tenía 21 años y estudiaba en el instituto nocturno, en esos momentos mi mayor (pre)ocupación era aprobar el último curso de bachillerato y superar la selectividad.

Todavía me acompaña un sueño que nació en ese período: recibo una llamada de la universidad, no me pueden dar el título de la carrera por un problema administrativo, tengo que volver al instituto a cursar unas asignaturas. Cuando despierto lo hago con verdadero agobio.

Vaya desvío, volvemos a la historia principal. ¿Cómo empecé a escribir aquí? También hace diez años fui a ver un Campeonato de España de Hockey Sala que se celebraba en la localidad gallega de Verín. Allí compartí una agradable cena con mis buenos amigos Jordi Delás, Eugenia de Andrés y David Salsench. Jordi y Eugenia nos invitaron a David y a mí. En esa mesa Jordi me preguntó que hacía y a qué me dedicaba.

Mi respuesta le pareció divertida e insistió en que contactara de su parte con Jordi Pérez Colomer, por aquel entonces era el director de la revista El Ciervo. El 23 de febrero de 2007 le mandé un correo, y a las pocas semanas publicaba mis primeras reseñas.

La sensación de ver mi nombre en la revista fue una explosión de felicidad y alimento para mi ego. Haber leído novelas en las que aparecían jóvenes autores noveles había hecho que mitificara en exceso el mundo de las letras.

Debo apuntar que estoy infinitamente agradecido a El Ciervo y en especial a los Jordis por haberme dado la oportunidad de poder escribir en una revista de prestigio y con tanta historia. Esto me dio una responsabilidad que ayudó a que dejara de andar por Barcelona sintiéndome un forastero, una pieza desencajada de un gran engranaje con paredes y suelos de cemento.

Siempre digo que gracias a El Ciervo y a la paciencia de mi familia me reenganché a los estudios. Terminar el instituto y licenciarme en Historia me ayudó a quitarme fantasmas y complejos.

En estos diez años las hemos visto de todos los colores. En la redacción pude conocer a excelentes compañeras como Eugenia, Sonia, Manolita, Lucía entre otros, y a grandes personas que ya no nos acompañan, como Jesús Lizano, Roser Bofill y Joaquim Gomis.

Dejen que para terminar vuelva a desviarme y mande un fuerte abrazo a los que estuvieron, a los que están, y a los que todavía no han llegado.

Salud y buen trabajo.

Andreu Llabina, historiador

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