Desempleo, subempleo y otros problemas graves

El paro es el gran problema, ahí hay coincidencia. Un 21 por ciento de personas sin empleo es inaceptable y va dejando a muchos en los márgenes de la sociedad. Pero, en el mundo del trabajo, hay también datos preocupantes que hemos conocido estos días. España es el tercer país de Europa con más asalariados a tiempo parcial que querrían una jornada más larga. Según los datos de Eurostat, más de 1,5 millones de trabajadores sufren subempleo, lo que supone el 54,2 por ciento del total de asalariados por horas. La media de la Unión Europea es del 22’4 por ciento, y solo nos supera Grecia con un terrible 72 por ciento.

El subempleo está vinculado a la precariedad, en estos lares. En otras latitudes, la posibilidad de hacer una jornada más reducida que la media es una posibilidad más. Y solo una parte muy mínima de quienes la desarrollan, quisieran trabajar más horas. En Dinamarca, el porcentaje de contratos a tiempo completo no supone ni la mitad del total. Y, frente al 85 por ciento de España, ronda una tercera parte de los contratos en Bélgica, Holanda, Suecia e el Reino Unido.

¿Quiénes desarrollan trabajos a tiempo parcial? Las mujeres mayoritariamente, donde lo eligen y donde lo aceptan porque no hay otra alternativa.

Lo que no dicen las estadísticas, aunque los expertos alertan al respecto, es la probabilidad de que los contratos enmascaren en la realidad horarios más extensos. Otro dato que alerta sobre la precarización del mundo laboral: según la Encuesta de Población Activa, en 2015 se hicieron 3,5 millones de horas extra que no se retribuyeron. Es un nivel similar de horas a antes de la crisis. Pero, como el número de trabajadores ha descendido en más de dos millones, queda en evidencia la pobre calidad de gran parte del empleo en nuestro país: menos personas hacen el mismo número de horas extras.

Todo esto tiene incidencia en la cotidianidad de demasiadas personas. El índice de riesgo de exclusión social en España se cifra en un 28’6 por ciento de los ciudadanos. Ahí es demasiado. Pero, además, nos acerca a un peligro del que, hasta ahora, estábamos al margen: la ultraderecha.

El auge de partidos con esta ideología recorre Europa. El último caso, gravísimo, ha sido el de las elecciones a la presidencia de Austria: menos de 32.000 votos

han evitado que el candidato del FPÖ, un partido antiinmigración y euroescéptico, nacionalista radical, se haya alzado con la victoria. Los obreros manuales le han votado en una proporción del 86 por ciento. Son los que tienen más miedo… y más odio.

Foto: Youtube.

Soledad Gomis, periodista

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