Después de París, ¿más guerra?

Europa vive graves momentos de tensión y alarma después de los atentados en la capital francesa

París vivió hace unos días los peores atentados

que ha habido en Europa desde el 11 de marzo de 2004. El ataque –a la discoteca Bataclan en pleno concierto, a las terrazas de varios restaurantes y a las puertas del Stade de France durante un partido de fútbol– ha tenido un resultado brutal: al menos 129 muertos, centenares de heridos y un tremendo shock en París y en Francia, donde se ha declarado el estado de emergencia y está movilizado el ejército. Pero el pánico y la conmoción se han adueñado también de toda Europa. Los autores fueron miembros del grupo terrorista Estado Islámico. Hasta hace unos meses, los yihadistas habían centrado su actividad en Siria e Irak, donde controlan parte del territorio y proclamaron el Califato a finales de junio de 2014.

La organización (también llamada ISIS por las siglas en inglés de Estado Islámico de Irak y Siria o Daesh, el mismo acrónimo en árabe) animaba a sus seguidores y a los terroristas retornados a atentar en sus países de origen, pero su estrategia ha cambiado. Ya han sembrado el terror en otros lugares que no controlan: Ankara, Beirut, Yemen y ahora París. Además, derribaron un avión comercial ruso con 224 personas a bordo en el Sinaí. El de la capital de Francia es el primer atentado del grupo EI en Europa y lo ha hecho como lo hacía Al Qaeda, su precursor.

La masacre de París, en la que también murieron musulmanes (como sucede a menudo en Siria e Irak, sobre todo chiíes y sufíes), cambia mucho las cosas. No solo por el nuevo modus operandi de los terroristas; también puede variar la escena geopolítica de la guerra de Siria.

La reacción de Francia

Francia se ha declarado en guerra contra el yihadismo y ha intensificado los ataques que empezó contra el mentado grupo el pasado mes de septiembre. Ha anunciado que multiplicará por tres su ofensiva. Además, en el Elíseo han pasado de censurar los ataques rusos en Siria, dudar del objetivo de los mismos y cargar contra Moscú por su apoyo a Al Asad a coordinarse con ellos y buscar una gran alianza con Rusia y Estados Unidos. El primer ministro francés, Manuel Valls, afirmó que confiaba en que los ataques de sus ahora aliados solo golpearían al EI a raíz del avión derribado sobre el desierto egipcio.

Desde Estados Unidos se llegó a decir que el 85 por ciento o el 90 por ciento de los ataques rusos golpeaban a la (considerada por Washington) oposición moderada. Los países europeos criticaron estos bombardeos desde que empezaron el 30 de septiembre, aunque podrían acabar formando parte de un mismo bando. Estados Unidos lidera una coalición en la que participan también países árabes desde 2014.

El presidente francés, Hollande, no se contenta con derrotar al EI. Su objetivo, ha dicho, es destruirlo y para ello apuesta por una gran (única) coalición. Se reunirá con Obama y Putin en Washington y Moscú el 24 y el 26 de noviembre, respectivamente. Putin reclamó esta coalición en su reaparición en la cita anual de la ONU a finales de septiembre. Obtuvo la negativa de las demás potencias e inició, tras una petición de Damasco, los bombardeos por su cuenta y riesgo. Ahora, Hollande está con él. Incuso Juncker, presidente de la Comisión Europea, ha abogado por apoyar a Putin y mantener buena relación con Rusia en materia de seguridad, como si lo de Ucrania no hubiera pasado.

Un despliegue de tropas sobre el terreno, descartado

En la cumbre del G-20, celebrada en Turquía al calor de los atentados de París, Putin afirmó que 40 países financian al EI, entre ellos algunos presentes en aquel encuentro de las 19 potencias económicas del mundo junto a la Unión Europea y otros países invitados como España. En el pasado se acusó a Turquía, Arabia Saudí y Qatar de financiar a los yihadistas en su intento desesperado de derrocar a Al Asad, aliado de Teherán, la potencia rival chií en la región.

En la cumbre del G-20 se acordó cortar la financiación del EI, que proviene de diversas fuentes entre las que destaca la venta de petróleo. Aviones rusos y estadounidenses han bombardeado desde entonces camiones que transportan crudo y Francia ha señalado como objetivo las refinerías que los yihadistas controlan en Siria.

En la cita de Turquía se desestimó también la opción de una intervención terrestre en Siria e Irak. Obama se ha negado en rotundo pese a desplegar no más de 50 soldados de las fuerzas especiales en el norte de Siria hace unas semanas después del fracaso de su plan de entrenamiento de rebeldes sirios.

Son muchos los expertos que señalan que los únicos que pueden llevar a cabo una ofensiva terrestre son fuerzas suníes, ya que no serían vistos como invasores por la población local, que en algunos casos ha llegado a apoyar al EI.

Por ahora, solo fuerzas patrocinadas por Irán, Hizbulah, kurdos y otras minorías son los que combaten sobre el terreno a los yihadistas con el apoyo aéreo de la coalición internacional. También lo hace el corrupto ejército iraquí, entrenado por fuerzas occidentales.

Pero no solo los expertos ven la solución en una intervención suní. El Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, el general Joseph Dunford, lleva siete semanas en el cargo y ya ha pedido a las monarquías suníes del golfo más implicación y que se comprometan con una ofensiva sobre el terreno. Tiene claro que esta guerra no se puede ganar solo desde el aire.

No obstante, desde Riad se ve con más preocupación la situación en Yemen, donde bombardea desde el mes de marzo al frente de una coalición suní a los hutíes, una minoría chií que se alzó y tomó el control del país forzando al presidente Hadi al exilio en Arabia Saudí, de donde ha vuelto esta semana.

Reino Unido, por su parte, se plantea sumarse a la ofensiva contra el EI. Cameron ya ha anunciado que abogará por ello ante los parlamentarios. El líder de la oposición, el laborista Corbyn, ha puesto en duda que más guerra sea la solución.

El origen “occidental” del grupo Estado Islámico

Volviendo a los ataques de París, la respuesta de Francia sobre el terreno ha sido bombardear el corazón del EI en Siria: la ciudad de Raqqa, situada en la orilla del río Eufrates y en la que vivían unas 200.000 personas antes de que el grupo terrorista la controlara por completo y estableciera allí su capital en Siria. La de Irak es Mosul, en la región de Nínive. Justo antes de los atentados de París una alianza kurdo-árabe logró recuperar Sinyar, un punto estratégico que conectaba ambas ciudades.

Moratinos, exministro español de Exteriores con el gobierno del PSOE, ha achacado el auge y la creación del EI a la invasión de Irak en 2003; algo que ha hecho una ingente cantidad de analistas y que se ha repetido hasta la saciedad sin que llegue a calar el discurso. El grupo nació como una escisión de Al Qaeda en Irak y ahora le disputa el cetro del yihadismo global. Aunque hay que señalar que son varias las diferencias entre ambos grupos (a nivel de organización, financiación, reclutamiento de terroristas…) y en Siria se han enfrentado en numerosas ocasiones pese a compartir enemigos.

Francia es el país occidental que más radicales ha aportado al EI y es ahora el objetivo número uno de los terroristas. En el grupo terrorista combaten unos 30.000 extranjeros. En septiembre de este año iniciaron sus ataques en Siria a la organización. En los días posteriores a los ataques de París (hasta el momento de escribir este artículo) han sido más de 60 los detenidos en 414 registros en el país galo. Además se han hallado 75 armas, entre ellas once de guerra.

Los refugiados, señalados

De los autores identificados de la masacre de París, se sabe que todos ellos eran nacidos en Europa. Solo uno podría haber llegado al Viejo Continente (a una isla griega) el pasado mes de octubre como refugiado sirio, aunque con un pasaporte falso apuntan las investigaciones.

Pese a ello, los ultraderechistas franceses y muchos otros líderes de tinte xenófobo y de los países de los Balcanes han aprovechado el atentado para clamar contra la política de refugiados de la Unión Europea (señalada por otros como ineficiente e insolidaria) por ser blanda y permitir la llegada masiva de refugiados y entre ellos, afirman, terroristas.

En Estados Unidos, Obama ha anunciado que seguirá adelante con su plan de acoger este año fiscal que empezó en octubre a 10.000 refugiados. El presidente no cede a la presión de los republicanos, que reclaman una intervención terrestre y no acoger a los sirios dentro de sus fronteras. Una treintena de estados, la mayoría gobernados por republicanos, se ha negado a acoger a sirios después del atentado de París y en el Congreso planean legislar en contra de ello, desafiando así a Obama para que use su veto.

Hollande y el embajador francés en la ONU han insistido en los días posteriores al atentado en no mezclar ni relacionar a los yihadistas con los refugiados y han instado a seguir siendo solidarios con ellos. No obstante, un sondeo de

Le Fígaro reveló que más de un 60% de los franceses estaba en contra de acoger a los refugiados después de los ataques. El mismo sondeo revela que los franceses están a favor de ceder libertades a cambio de seguridad. Entre otras medidas y la declaración de guerra al yihadismo, Hollande abogó ante los parlamentarios franceses por mantener el estado de emergencia tres meses más y modificar la Constitución para que los poderes públicos puedan luchar contra el terrorismo.

Hollande y Putin recuperan popularidad

Tras los ataques, Hollande ha visto como su gestión ha sido aprobada ampliamente y su imagen, hasta el 13 de noviembre en horas bajas, ha mejorado notablemente. Putin ha recobrado protagonismo en la escena internacional y ha dejado de ser un marginado, alcanzando un récord de popularidad en Rusia con su ofensiva en Siria. La que ha pagado cara su papel en la crisis de los refugiados que desborda a Europa es la canciller alemana, Merkel, cuya popularidad está en mínimos y tiene problemas internos en su coalición de gobierno con los democristianos.

Cabe hacer un inciso en este punto al mencionar la crisis de los refugiados. La mayoría de refugiados y desplazados sirios no llegan a Europa, sólo uno de cada diez, según datos de Acnur del pasado mes de octubre. La mayoría de refugiados sirios (más de cuatro millones) están en los países vecinos: Turquía, Líbano, Jordania, Iraq y Egitpo. Asimismo, 7,5 millones de sirios son desplazados internos en la República Árabe.

¿Qué hay que priorizar, solución política en Siria o la destrucción del Estado Islámico?

En el flanco diplomático, se han celebrado en Viena tres cumbres en las últimas semanas para poner fin a la guerra siria. En dos participaron una veintena de países, entre ellos varios árabes e Irán, que ha participado en un diálogo de este tipo por primera vez tras la firma del acuerdo nuclear. Hay voces que apuestan por derrotar al EI antes de buscar un arreglo político para Siria y otros que opinan todo lo contrario. En la última reunión de la capital de Austria se acordó sentar a negociar a la oposición y el régimen de Damasco antes del 1 de enero, un gobierno de transición en seis meses, celebrar elecciones en 18 meses y decretar un alto el fuego en Siria que no afectaría a la ofensiva contra el EI y la filial de Al Qaeda en Siria, el Frente al Nusra.

De este modo, los sirios elegirían su futuro. Todo ello sería con el apoyo de la ONU. Lo que sigue en el aire es el papel de Al Asad en esa transición. Irán y Rusia han defendido hasta la fecha la inclusión del mandatario, mientras que Reino Unido, Francia y Estados Unidos se habían mostrado firmemente en contra de su continuidad, aunque después de los atentados de París todo puede cambiar. En Europa se ha ido admitiendo, cada vez más, que el gobierno sirio debe formar parte de los diálogos y de la transición, al menos en una fase inicial. La contundencia de ambas posturas (salvo en el caso de Irán) se ha ido rebajando en los últimos días.

Rusia teme perder su influencia en Siria, donde tiene una estratégica base militar. Una solución sería una salida del mandatario por etapas, algo que Washington vería con buenos ojos. En los próximos días podría haber un desencaje al principal escollo en unas negociaciones en las que no participa ningún actor sirio, por ahora. Pero hasta la fecha de publicación de esta pieza, las posturas siguen enrocadas.

El grupo Estado Islámico es fuerte en Siria e Irak, y en Libia. Podría serlo en Yemen. Son territorios donde los yihadistas han ocupado un vacío de poder y donde había población suní descontenta con sus gobernantes (con los chiíes del gobierno iraquí y con el régimen de Damasco, de la minoría alauí). Por ello, muchos apuestan por dotar a Siria de estabilidad y un gobierno fuerte de unidad nacional para derrotar a los yihadistas.

Los atentados de París pueden cambiar las cosas de ahora en adelante, en Europa y en Oriente Medio. Falta por ver si Occidente ha aprendido de sus errores pasados y no vuelve a caer en los que precipitaron el auge de grupos como el EI con el paso del tiempo. No es fácil buscar una solución al conflicto, pero incrementar los bombardeos no parece la mejor. No se ha visto todavía que a más paz se llegue con más guerra. Hay que ser muy cuidadosos al trazar la estrategia y pensar, sobre todo, a largo plazo.

Fotografía: Jean-François Gornet, tomada en la Plaza de la República el 15 de noviembre.

La intención de quien escribe era no iniciar su andadura en este espacio hablando de actualidad internacional, como habitualmente hace en la edición impresa de

El Ciervo. Pero los espantosos hechos de París nos cogieron con el próximo número cerrado y este blog fue justamente concebido para que en estas ocasiones podamos decir la nuestra. Os invitamos a hacerlo también vosotros.

Iñaki Pardo Torregrosa, periodista

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