La fuerza de un abrazo

En su último espectáculo el humorista estadounidense Louis CK habla sobre religiones y dice que la cristiana ha ganado. Deja de hablar y el público sonríe incómodo sabiendo que quién lo dice es judío, sigue el monólogo y pregunta en qué año se encuentran. Desde la tribuna del teatro un hombre grita “dos mil diecisiete después de Cristo”. ¡Exacto! Responde el showman.

Sí, es cierto, desde occidente pensamos que hemos ganado, pero no estoy demasiado seguro. Se ha logrado consenso en la fecha, pero no en la estructura mental. Me explico. Mientras que en occidente tenemos la percepción de manera cíclica, un buen ejemplo son los relojes de aguja, en oriente tienen una percepción lineal, el tiempo avanza y avanza.

Nos quedamos en el ejemplo de los relojes. Si nos fijamos, cada vez consultamos menos la hora en dispositivos de aguja, y cada vez más en dispositivos digitales numéricos. Estamos pasando nuestro constructo al modo oriental, en silencio y sin hacer ruido. La digitalización, o la cuarta Guerra Mundial cómo decía el Subcomandante Marcos, está dejando mella en nuestro pensamiento.

Partimos de la base que estamos en el año 2017 después de que naciera Cristo, pero cada vez vamos obteniendo una mentalidad más oriental, el tiempo avanza de manera lineal y no cíclica. Partimos de lo cristiano pero con un horizonte de cambio, y así nuestra manera de entender el mundo va mutando. El hombre será el mismo, sus ojos no.

Salto mortal hacia dente con doble pirueta, espero caer de pie. He pensado en todo esto a partir de un error de cálculo serio. Hace unos días fue el cumpleaños de mi mejor amigo y me olvidé de felicitarlo. Se me pasó por completo, y lo peor, ese mismo día hablé con él por teléfono y ni se me pasó por la cabeza que ese era su día, a pesar que cada año nos hemos felicitado.

Sucede que no tengo agenda, no apunto los cumpleaños de nadie, tengo dos recordatorios, uno es mi familia, que me advierte cuando se acerca el cumpleaños de alguien para preparar una fiesta o hacer un regalo. El otro es Facebook, cada mañana me llega un correo que me dice quién cumple años ese día.

La digitalización y mi pereza mental han trasladado parte de mi memoria a dispositivos externos. Externos sí, pero al alcance de mi mano en todo momento. Mi teléfono forma parte de mí, es la puerta de entrada al mundo digital que recubre nuestro planeta.

En fin, que a pesar de buscar excusas en las herramientas de la vida moderna uno tiene que tener los pies en el suelo, y lo que nunca puede faltar además de un mensaje de felicitación es un verdadero abrazo y alguna cerveza.

Andreu Llabina, historiador

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