Desde el pasado mes de mayo, las empresas están obligadas al control horario de su plantilla de trabajadores. La normativa pretende la reducción del fraude en la contratación a tiempo parcial y acabar con las horas extras que se realizan por parte de los empleados sin que se paguen ni se compensen por tiempo de descanso. Según datos de la EPA, entre los pasados meses de julio y septiembre se realizaron casi 5,4 millones de horas extras a la semana, de las que 2,2 millones no estaban remuneradas. Una cifra alarmante.
El ministerio de Trabajo obliga ahora a las empresas a que realicen un control horario de su plantilla y a los empleados a efectuar el correspondiente fichaje en la entrada y salida de sus puestos laborales.
La normativa ha provocado ya algunas sanciones a las empresas que no cumplen con esta obligación y los inspectores han instado los primeros expedientes por la falta de implantación de este registro, algunos de los cuales han acabado en sanciones.
El control horario de las plantillas tiene, como tantas cosas, luces y sombras. Por un lado, es positivo para que termine el abuso que representa el impago de horas extras, que de este modo quedan reflejadas en la empresa. Se reduce también así la economía sumergida y los abusos del sistema laboral cuando no se abonan las horas extras a los empleados y, al mismo tiempo, se merman las arcas de la Seguridad Social.
Pero esta medida tiene también su lado negativo. El fichaje puede interpretarse también como una falta de confianza por parte de la empresa. Siempre recuerdo la escena que se reproducía delante del reloj de control horario en la empresa en la que trabajé durante muchos años. Al mediodía, el momento de salida era a las 14 horas y tiempo antes se formaba una larga cola de empleados que esperaban a que fueran las dos en punto para poder fichar la salida de sus puestos de trabajo.
Con buen criterio, la empresa optó por suspender la obligatoriedad de fichar y la mayoría de los casi 300 empleados interpretamos esa medida como una conquista social, como una buena noticia. La empresa mostraba su confianza en nosotros.
Supongo que en este momento esa empresa se ha visto obligada a implantar de nuevo el control horario de sus trabajadores. Imagino que delante del reloj de fichaje han vuelto a aparecer las colas de los empleados en espera de que caigan los minutos hasta que sean las dos de la tarde. No me gustaría volver a contemplar esa escena. Es una pérdida de tiempo.
Eugenia de Andrés, periodista