(Des)cuidar a los clásicos

Hace unos días busqué

Historia de dos ciudades de Charles Dickens para regalar. Quería comprarla en tapa dura, por tratarse de un regalo y, sobre todo, porque, como obra clásica, iba a quedarse en los estantes de quien la recibiría. Pero no la encontré, ni en castellano ni en catalán. Me he dado cuenta luego que son muchas las obras consideradas imprescindibles que, sin embargo, no tienen ediciones hechas para durar. Sthendal no tiene la suerte de ver algunas de sus obras más celebradas en tapa dura, ni Dostoyevski, por poner dos ejemplos de consenso.

Calderón de la Barca no encontraría La vida es sueño en una versión a su altura – no digo que no hayan ediciones bien anotadas, pero no en tapa dura. Los clásicos griegos no están en alta consideración y pocos pasan de edición en tapa blanda otras obras sólo logran la tapa dura en versiones ilustradas o bilingües, con lo que los precios suben, como es el caso de La Comedia, de Dante Alighieri. A pesar de ello, de los precios, es una suerte que algunas editoriales elijan cada año un clásico para publicarlo en edición ilustrada, son lujos para nuestras bibliotecas. Aunque no siempre queremos o podemos con tales lujos. También están los que se han visto beneficiados por algún aniversario para acceder a la tapa dura, a menudo con ediciones preciosas. Así está ahora al alcance Cumbres borrascosas, de Emily Brontë (200 años del nacimiento de la autora), o los Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez (cincuenta aniversario de su publicación).

Del mismo modo que me apetece guardar en casa aquellos libros que me han gustado, aunque la lectura inicial la haya hecho en un libro prestado o en versión digital, hay obras que, porque suman años sin perder interés, deben editarse también en una versión destinada a durar.

Dice Calvino en una de sus catorce razones para leer a los clásicos: “Usamos la palabra “clásicos” para aquellos libros que son atesorados por quienes lo han leído y amado; pero ellos no son menos apreciados por aquellos que tienen la suerte de leerlos por primera vez en las mejores condiciones para disfrutarlos.”

En un país en que diariamente se publican dos centenares de libros, estaría bien que los que han superado el paso del tiempo tuvieran su premio… y que lo lograran en el futuro algunos de los que se escriben ahora, por supuesto.

Dos anécdotas pesimistas para terminar: recuerdo con horror como, en algunas ocasiones, mi hijo tuvo que leer para literatura castellana…¡ traducciones! De novelas absolutamente irrelevantes, además. Y otra, el lamento de una editora que pidió ayuda al Ayuntamiento de Barcelona para un clásico catalán,

Tots els contes, de Víctor Català, a la que el consistorio de una Ciudad de la Literatura, en distinción de la UNESCO, contestó que no apoya a los clásicos.

Soledad Gomis, periodista

Compartir