Migrantes todos

José Ramón Alonso ha sido el ganador del 43 premio El Ciervo Enrique Ferrán de artículos. Felicitamos al premiado y a todos los participantes en esta edición, que convocamos sobre el tema Migrantes en un mundo nuevo y ha tenido una concurrencia muy destacable: 155 originales llegados de 20 países. Llegados. Las personas emigran, los artículos permanecen en esa nube o nebulosa que envuelve el globo, disuelve fronteras, elimina obstáculos geográficos, abre murallas, salta muros y esquiva alambradas que los migrantes no pueden fácilmente salvar. Nos llegan artículos, es decir mensajes, reflexiones e ideas, pero no personas. Se mueven también a placer por el mundo los capitales y los hombres que con ellos se enriquecen pero no pueden hacerlo los que intentan sobrevivir fuera del lugar donde la desgracia les ha dado nacer. No es aceptable, simplemente no lo es. No puede ser (pero es) y mucho menos teniendo en cuenta que todos, la humanidad entera, hemos sido, somos y, atención, seremos —nosotros, nuestros hijos o nuestros nietos— migrantes. Las migraciones son la huella y la historia de nuestro paso, nuestros pasos, por la tierra, una historia a menudo olvidada que algunos de los artículos recibidos, entre ellos el ganador, recuerdan oportunamente en estos momentos en que tantos –Trump no está solo ni lejos– ponen o piden trabas a los que intentan vivir, aunque sea mal, con nosotros para no morir en sus yermos. Más de un millón de trabajadores de fuera de la UE está decidido a contratar el gobierno alemán para asegurar el futuro de su economía y aquí se pronostican graves catástrofes por la llegada de unos pocos miles de náufragos que de otro modo morirían. Qué vergüenza.

En el próximo número de El Ciervo, el de enero/febrero, publicaremos el artículo premiado y los cinco finalistas. En la reunión del jurado se elogió de pasada que se haya por fin dada por buena la palabra migrante por parte de los organismos oficiales y por la Real Academia porque tiene esa palabra la virtud de ser muy práctica: permite referirse tanto a emigrantes (los que se van) como a inmigrantes (los que vienen). Ese vaivén queda así resuelto y superada la reticencia a aceptarlo, debida sobre todo a la vieja costumbre que teníamos de reservar las migraciones al reino animal, sobre todo a aves y peces. Pues nada, migrantes todos. Al fin y al cabo, todos somos animales (y algunos más).

Jaume Boix, director de El Ciervo

Compartir