El martes, 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, entregamos en la librería + Bernat de Barcelona el 44 premio El Ciervo Enrique Ferrán de artículos periodísticos sobre el tema El planeta en peligro. Fue un acto protagonizado por dos destacadas científicas, Anna Sánchez y Marta Bueno.
Marta es física, matemática, pedagoga e investigadora en neurociencias y vino desde Salamanca, donde vive y trabaja, para recoger el premio. Anna formó parte del jurado que lo otorgó y es oceanógrafa, investigadora especializada en plásticos y profesora de la facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Barcelona.
La profesora Anna Sánchez fue brillante, concisa y clara, mucho más clara que el agua de los mares donde hace prospecciones y elabora análisis. “Quiero que salgan ustedes de aquí conociendo cinco cosas que quizá no saben”, dijo a la concurrencia. Se refería a los efectos muy nocivos para los mares de cinco agentes de alta peligrosidad: el césped artificial, que se pulveriza con el uso en mínimas partículas plásticas que van a los desagües, de allí a los ríos y de estos al mar; las toallitas del baño que pese a la evidencia del mal que causan siguen fabricándose, vendiéndose y comprándose con el aviso de que pueden echarse por el váter; la ropa, la segunda industria más contaminante, después de la del petróleo; las bolsas de plástico –o de papel, que tampoco pueden sustituirlas porque fabricarlas es muy dañino– ; y la purpurina, el brilli brilli tan usado en las escuelas y todo tipo de saraos ahora que es tiempo de carnaval. La purpurina es un microplástico bañado en metales, peligrosos si se inhalan y que por vía fluvial llega a los mares, queda en suspensión en las primeras capas del agua y es ingerida por los peces que al ser pescados ingeriremos.
Son cinco formas de contaminación del mar que prácticamente todos practicamos porque son de consumo masivo. La contaminación de los mares crece y no se ve en el horizonte solución que no pase por un cambio drástico en nuestros usos y costumbres: consiste en reducir el consumo al mínimo y en reutilizar al máximo, dijo la investigadora. Ni siquiera reciclar es aconsejable porque esa operación también conlleva costes importantes. Consumir menos, reutilizar más es la receta.
El artículo merecedor del premio lo tituló Marta Bueno Cinco miradas. Son las cinco con las que esta mujer extraordinaria, que es invidente, contempla el problema. Marta Bueno fue profesora durante doce años hasta que una ceguera sobrevenida la obligó a dejar la profesión. Dejó la docencia pero no el estudio. Al contrario, estudió pedagogía con tanto entusiasmo y provecho que obtuvo el premio extraordinario nacional de fin de carrera. “Perdí un sentido pero el planeta está hecho de diferencias y una diferencia no es una deficiencia. Las diferencias suman”, confirmó, y ante un público atento y conmovido desplegó sus cinco miradas: como física y matemática, es decir basada en datos y pruebas de la realidad y no en fantasías, eslóganes exagerados o mentiras interesadas; como pedagoga, dando a la educación el papel primordial que tiene en la formación de las personas; como madre, criando, protegiendo y ayudando a los hijos a comportarse como gente de bien; como mujer, rebelándose contra la explotación que sufren especialmente en los países en desarrollo (y no solo en esos), condenadas a las tareas más duras y en muchos casos forzadas a la emigración; y como invidente, aportando su diferencia a la gran riqueza de la biodiversidad o en este caso a la neurodiversidad, palabra que prefiere porque sugiere personas únicas y distintas con dignidad y derechos iguales.
Fue una velada muy interesante e instructiva, con estas dos mujeres mostrando con firmeza y naturalidad su dedicación, su empeño y el camino a seguir para sacar al planeta de la UVI. Se llama compromiso y a todos nos compete.
El artículo de Marta Bueno y los cuatro finalistas los publicamos en el actual número de El Ciervo (779 enero-febrero 2020).
Jaume Boix, director de El Ciervo