Tuve una cierta inquietud al conectar el interruptor de mi ordenador. Me acordé de los virus propagados por los piratas informáticos del ciberataque del 12 de mayo, que entraron en los equipos de miles de empresas de medio mundo.
Siempre queda el recurso de abrir solo aquellos mensajes que son de procedencia conocida, más o menos fiables, pero es relativamente fácil acceder a otros muchos que pueden contener virus dañinos. El
ransomware que utilizaron parece ser muy potente, capaz de destrozar documentos y de crear el caos en los sistemas de empresas de todo tipo, desde las de transporte y telecomunicaciones a las de atención sanitaria. Todo vale.
Después del último y agresivo ciberataque, se me ocurre una pequeña reflexión con algunas preguntas todavía sin respuesta. Quiénes son y dónde están esos
hackers que a la misma hora del mismo día lanzan su ataque informático para agredir el sistema informático de miles de empresas. Y aparte de saber quiénes son, me pregunto si su único objetivo es obtener beneficios económicos o si hay algún otro interés adicional en su acción simultánea y organizada. Al parecer, los piratas, además de los virus, enviaron su minuta para desactivarlos, bastante barata, por cierto. Los expertos en seguridad informática aconsejaron que no se pagara el rescate, entre otras razones porque tampoco se podía garantizar la reparación de los documentos dañados.
¿Estamos, por tanto, ante unos delincuentes cuyo objetivo es ganar dinero por sus ciberataques o tienen otros móviles? Parece lo primero. ¿Tienen previstos nuevos ataques en los próximos días? Todo indique que sí. Tendremos que esperar para ganar un poco más de perspectiva y seguir la evolución de las investigaciones. Lo que sí parece claro es que estamos bastante desprotegidos frente a los delincuentes informáticos. ¿Quién no ha tenido virus en su ordenador?
Las agresiones de los hackers pueden ocasionar el caos total, si no tomamos precauciones. Mientras, se impone hacer copias de seguridad de todos los documentos para que la próxima vez los piratas no nos cojan desprevenidos.
Eugenia de Andrés, periodista