¿Se acabó el buen cine americano?

No entendí que los Oscars premiaran Green Book, esa peli meliflua mil veces vista (o como la han llamado ya, con sarcasmo, Paseando a Miss Daisy 2). Tampoco entendí que estuviera nominada junto a otras obras ramplonas como Bohemian Rapsody, directamente absurdas como Black Panter, aburridas y grandilocuentes como La Favorita o previsibles como Ha nacido una estrella. Y por supuesto no entendí que no saliera vencedora Roma, la más rotunda, la más completa, la más alejada de lo convencional, la más convincente de todas las que estaban en esa carrera.

Necesitamos más historias como la que cuenta la obra de Alfonso Cuaron y menos pelis del Hollywood más tradicional. Necesitamos que esos premios que siguen siendo los que marcan la pauta y que todos en el fondo respetamos, entren en nuevas narrativas, nos cuenten una película distinta. Recordemos que el año pasado ganó La forma del agua (o La rana Gustavo se va de marcha como la llama con retranca la guionista y analista audiovisual, Isabel Vázquez). Así que podríamos decir que «BASTA» queridos académicos, os lo pido por favor. Sabemos que lo que dictáis sienta cátedra, sabemos que seguís siendo los más importantes de toda la industria, así que es fundamental que entendáis que tenéis en las manos un material sensible. Si queréis que la televisión no acabe para siempre con vosotros tendréis que cambiar el rumbo, el relato, las maneras. ¿En serio que Roma no ganó para que Netflix no resultara vencedora? ¿De verdad consideráis que la película ganadora, ese paseíto en coche, esa road movie paternalista, viejuna, de la que te sabes la trama y el desenlace antes incluso de entrar al cine es mejor que Roma? No puede ser.

Durante 2018 he visto más de una decena de series de televisión en cuatro plataformas distintas que me han atrapado más, me han conmovido más, me han contado historias mejores y más interesantes, que las películas citadas. Por no hablar de Vice, que desde aquí también digo que NO. A Very English Scandal, Homecoming, el último capítulo de The Romanoffs, El cuento de la criada, por citar cuatro series al azar, tienen más fondo, más enjundia, más ambición que cualquiera de las pelis nominadas, salvo Roma.

Yo he pagado por verlas en el cine y no he recomendado ninguna. Digo todo esto desde el punto de vista de una mera espectadora (no soy crítica de cine, ni una experta) a la que le gusta mucho el cine, que se mete en vena historias de ficción desde hace muchos años, que valora el talento de verdad, y que ya no va a tragarse rollos bien empaquetados. Me niego a creer que la industria americana, la misma que me da estos trozos de buena tele, esos relatos inconmensurables, esa industria que puede tener a los mejores, que tiene dinero, medios, no pueda darme mejor cine. Quiero que esa institución que nos ha dado Cantando bajo la lluvia, que tuvo en sus filas a Stanley Donen, respete al mundo entero, porque es el mundo entero el que consigue que sea tan poderosa.

Ahí lo dejo.

Mariola Cubells, periodista

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