Los discursos de los políticos, especialmente cuando están en campaña, están a menudo repletos de lugares comunes. Oigo parlamentos plagados de “compañeros y compañeras”, “amigos y amigas”, “candidatos y candidatas”, “ellos y ellas”, “todos y todas”, “nosotros y nosotras”… Resulta cansino escuchar desde su atril esta retahíla de palabras que persiguen dejar constancia de que incluyen tanto a hombres como a mujeres en sus pretensiones. Pero no hace falta repetirlo tantas veces. Con una es suficiente.
Nada que alegar al elegante Ladies and gentlemen o el sutil Signore e signori. El primer señoras y señores –o equivalente en cada circunstancia- puede parecer deferente. La quinta o sexta referencia a la paridad en pocas frases aburre, como afean las muletillas. Y quien evita aquella redundancia no es porque esté en contra de la igualdad o de la diversidad, sino porque huye de la absurda y previsible monotonía de los políticos afectados.
Se supone que con estas alusiones constantes a lo masculino y a lo femenino lo que persiguen es mostrar su postura de equilibrio hacia los dos géneros. ¿Por qué no empiezan por aplicar la paridad, no solo entre los candidatos de sus partidos, sino también entre los cargos y los puestos directivos de las entidades que están bajo su mandato? Esa sí que sería una muestra de respeto a la igualdad de oportunidades entre géneros. Veremos si con el nuevo gobierno se produce este equilibrio deseable y de paso abandonan esos discursos que insisten en repetir “compañeros y compañeras”.
Eugenia de Andrés, periodista